09/02/11

Santiago Montobbio, TAXI, PALABRAS Y POETA (TRE TESTI)


[Yellow taxi (From the walls of Brussels, 2011). Foto di Marzia Poerio]

1.

EL TAXISTA QUE NOS
lleva hoy a mi madre y a mí a su rehabilitación diaria
tiene en el asiento delantero y al lado suyo
un libro de poesía de la editorial Lumen:
Viaje al amor, de William Carlos Williams.
Estos días yo me siento delante, porque mi madre
se ha caído y se ha roto de mala manera del brazo y la han operado
y tiene difíciles aún sus movimientos y así le ayudo
a entrar y salir, abrir y cerrar la puerta.
Pero esta vez no me atrevo a que el taxista
vacíe su asiento delantero. Porque la poesía,
aun en los peores momentos, siempre
ha de respetarse. La poesía no puede tocarse.
No puede tocársele ni una coma, ni un suspiro.
William Carlos Williams es un poeta que me gusta, y este taxista
tiene todas mis simpatías. Pero lo que digo es general.
La poesía siempre es sagrada y no podemos vulnerarla.
En su verdad es como está más pura la vida.

***

2.

MANA LA FUENTE DE LAS PALABRAS
y destilan mi sustancia. La vida
es una araña. No sé porqué lo digo,
porque la vida es sobre todo esa fuente,
esas palabras. Pero en los versos aparecen
cosas impensadas. Me paro un momento
y me siento en un café. Miro a través
de sus grandes ventanales. (Qué suerte.
Esto es ser un buen café). Quiero
decir limpio, decir sencillo. Es un deseo
muy hondo y verdadero este que tengo
y ya lo he dicho. Ahora tomo café,
descanso. Será sólo un rato.
La fuente volverá a manar
con sus palabras. A cada momento
en ellas me asalto, me adivino. La vida es esta araña que dije
y que me pareció no tener mucho sentido.
Me teje silenciosa tras mis palabras
y –no sé si lo digo bien- al final
de la muerte está la espera.

***

3.

PARA UN VERDADERO POETA TODO MOMENTO DEBERÍA
ser poético, dice Borges en un libro de Diálogos.
Me parece añade que no sabe si esto es posible o si sería
sencillamente soportable. En estos días de marzo
así están siendo todos mis momentos.
De modo continuo, sin descanso. El alma
y la mano trabajan, es una manera de decir,
porque el arte es un destino y no un trabajo.
El alma, la mano, el corazón y la mirada
se entrelazan los dedos en los versos
y los ven en las esquinas y los adivinan
más allá de las ventanas y en el árbol
y en la nube y en el pájaro y así
en todo momento, que es poético. La vida
puede tener esta intensidad, este misterio.
Estos días de marzo son el acta
que de ellos levanta. Los poemas están,
no engañan.